Lo natural es tendencia. Cada vez somos más los consumidores que optamos por una alimentación más sana y por un estilo de vida saludable, lo que atañe a otros bienes de consumo, como la cosmética e incluso la ropa que compramos. Buscamos productos naturales, sostenibles y éticos. ¿Pero sabemos realmente lo que es un cosmético natural? Marcas como L’Oréal, Weleda y Alice in Beautyland, entre otras, nos ayudan a entender las diferencias entre cosmética natural, sintética, ecológica y vegana.
¿Qué es cosmética natural y qué es greenwashing?
Las cifras de venta de cosméticos naturales y orgánicos no paran de crecer a nivel mundial. Según datos de Ecovia Intelligence, consultora especializada en el sector de la cosmética natural, América del Norte y Europa son los mercados donde más crece el consumo de este tipo de productos, lo que se ha traducido en unos ingresos de 7.000 millones de dólares en 2017. Esta creciente demanda, ha impulsado a las marcas a ampliar sus catálogos con productos cada vez más sofisticados e innovadores. Pero también ha animado a utilizar el término «cosmética verde» como reclamo sin mucho fundamento para atraer la atención de los consumidores que buscan productos libres de sustancias químicas sintéticas.
En opinión de María Garnica, directora de marketing de Weleda, marca pionera en cosmética natural con casi cien años de historia, existe una gran confusión sobre lo que debe ser la cosmética natural:
«Hay marcas que ven esto como una tendencia y se apuntan al greenwashing con productos ‘inspirados en lo natural’ pero cuyas fórmulas en absoluto son lo que Weleda considera cosmética auténticamente natural».
Esto sucede porque las marcas pueden utilizar la palabra natural sin que el producto sea realmente natural, como explican los fundadores de la marca española de cosmética natural Freshly Cosmetics, tres jóvenes ingenieros químicos:
«Esto es una trampa para el consumidor, que favorece que este utilice el producto aunque no sea natural al generarle una falsa percepción».
Lotte Tisenkopfa-Iltnere, fundadora de Mádara Cosmetics, marca de cosmética natural con laboratorio en Riga (Letonia) que trabaja con ingredientes 100% naturales procedentes de cultivos ecológicos de los países Nórdicos y Bálticos, matiza que el crecimiento de las ventas de cosmética natural se debe en su mayor parte a marcas no certificadas o greenwash, lo que significa que aunque la fórmula afirme que es orgánica, en realidad posee ingredientes convencionales y, seguramente, tan solo uno o dos orgánicos:
«Esto significa que muchas personas buscan productos naturales pero que no todavía no tienen conocimientos para distinguir un producto verdaderamente orgánico».
Esto es cosmética natural
Ya te habrás dado cuenta de que no todo lo que lleva la etiqueta de «natural» realmente lo es… Por este motivo, para conseguir unos estándares compartidos por toda la industria cosmética, el sector lleva tiempo trabajando sobre una normativa que ha sido publicada en septiembre de 2017 y que se conoce como Norma ISO 16128, «Guía de definiciones técnicas para ingredientes y productos naturales y ecológicos». Ha sido un organismo español, Stanpa (Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética) el encargado de liderar a nivel mundial el proceso de aprobación de la normativa, que brinda una base científica para el cálculo de los contenidos naturales y/o orgánicos de los productos.
¿Qué es exactamente lo que especifica la Norma ISO? Hasta hace un año se podía afirmar que un cosmético era natural, tuviera un 1% o 100% de ingredientes naturales, lo cual era totalmente confuso para el consumidor.
Eva Raya, cofundadora de Alice in Beautyland, marca española de cosmética natural, cruelty free y vegana, explica cómo queda ahora definida la cosmética natural:
«Según la nueva ISO, los ingredientes naturales son ingredientes cosméticos obtenidos de plantas, algas, hongos, animales, microorganismos o minerales, incluidos los obtenidos por procesos físicos como el molido, secado, destilación, fermentación natural u otros procedimientos de preparación (tradicionales inclusive), como la extracción con uso de solventes sin modificación química intencionada. Los ingredientes obtenidos de combustibles fósiles quedan excluidos».
Por su parte, Stanpa aclara que la norma consta de dos partes: la primera recoge las definiciones de todos los términos utilizados y criterios para el uso de ingredientes naturales y orgánicos de uso en cosmética. La segunda contempla los índices y cálculos necesarios para llegar a la composición final.
Entonces, ¿a raíz de esta nueva normativa la cosmética natural es más segura? Los expertos a los que he consultado ya me advierten de que esta pregunta no está bien formulada porque todos los productos cosméticos, sean naturales o no, son seguros. Así me lo hace saber Cristina Biurrun, directora científica de L’Oréal España:
«El hecho de que un ingrediente sea natural no significa que sea seguro para el ser humano. La seguridad de un producto cosmético reside en que la evaluación de seguridad de dicho producto cosmético haya sido realizada adecuadamente y en la pureza y calidad de los ingredientes utilizados en dicho producto, ya tenga ingredientes naturales o sintéticos».
¿Cosmética natural es lo mismo que cosmética ecológica?
Para nada, desde Freshly Cosmetics me explican que la cosmética natural es la que está formulada con ingredientes naturales de origen vegetal y que se diferencia de la ecológica por el cultivo de sus ingredientes (que deben proceder en cierto porcentaje de agricultura ecológica).
De momento no existe una definición consensuada para la cosmética ecológica, pero, según advierte Stanpa, sí que hay unos requisitos compartidos por la industria:
1.-Debe ser respetuosa con el medio ambiente (mínimo impacto).
2.-Debe considerar el ciclo de vida del producto: proceder de fuentes renovables, emplear materiales reciclados y reciclajes…
3.-No está obligada a ser un producto natural.
¿Qué es cosmética vegana?
La cosmética vegana es aquella que no contiene ingredientes de procedencia animal, como leche, miel y cera de abeja, por lo que una fórmula de cosmética natural puede ser a la vez vegana.
Pero, cuidado, porque una fórmula cosmética sintética puede ser vegana y tener poco de natural. Es Lotte Tisenkopfa-Iltnere, de Mádara, quien me hace ver este subterfugio:
«El reclamo vegano no significa que los ingredientes sean naturales u orgánicos. Uno puede encontrar fórmulas veganas que se basan en materias primas sintéticas. Si un consumidor desea un producto que sea orgánico y vegano, debe buscar el logotipo de certificación orgánica y, además, el de producto vegano».
Certificaciones de cosmética natural
A lo que Lotte Tisenkopfa-Iltnere se refiere es a un sello o certificado que proporciona una entidad independiente y que audita la fórmula cosmética para garantizar que cumple con unos requisitos establecidos por esta organización para cosmética natural, ecológica o vegana. Existen diversas organizaciones que se dedican a esto y que tienen diferentes sellos para este tipo de productos mencionados: Ecocert, Natrue, BioVidaSana, etc.
Lo que la fundadora de Mádara me cuenta es que este tipo de certificaciones proporcionan confianza al consumidor, ya que tiene la garantía de que cada ingrediente y cada fórmula ha sido revisada y aprobada por profesionales. Por ejemplo, los sellos Cosmos o Ecocert aseguran que el proceso de producción de los productos es respetuoso con el medio ambiente.
Pero el hecho de que existan más de 20 entidades certificadoras complica las cosas para los consumidores que no los conozcan y para las marcas, que deben optar por uno u otro y atenerse a sus reglas, como reconoce Lissette Anziani, fundadora de Kooch (marca española de cosmética natural y vegana), que sí considera que la ISO contribuye a unificar la terminología y clasificación de los cosméticos naturales a nivel europeo.
No obstante, según afirman todos los expertos a los que he entrevistado, estos sellos van a seguir siendo un aval para la cosmética natural, ya que la Norma ISO tiene algunas lagunas que permiten ciertas argucias para vender fórmulas naturales que serían tachadas de greenwash. Cristina Biurrun me dice que la Norma ISO define qué es un producto o ingrediente natural y cómo se puede calcular en qué medida el ingrediente o producto es natural, pero no establece ningún sistema de control. Por este motivo, en L’Oréal han desarrollado una Carta de Naturalidad muy rigurosa para regular los claim naturales. María Garnica, de Weleda, también se muestra insatisfecha con la normativa, ya que no define la proporción mínima de ingredientes naturales o materias primas orgánicas que debe contener la fórmula.
Lotte Tisenkopfa-Iltnere resume los puntos débiles de la normativa:
«La Norma ISO 16128 es una guía, no es prescriptive. No hay criterios precisos o restrictivos, solo algunas definiciones y no hay cálculos consistentes. No se requiere el control de terceros para certificar el cumplimiento de criterios. No existen criterios para la composición de los productos finales, ni para el etiquetado, lo que significa que ingredientes sintéticos como el silicio y aceites minerales pueden estar presentes a un nivel alto en un producto que podría emplear el reclamo de natural u orgánico».
Debido a esto, en Mádara van a seguir confiando en los estándares Ecocert y Cosmos, que tienen más restricciones sobre el origen de los ingredientes y el impacto general sobre el medio.
En todo caso, lo mejor que podemos hacer es comprobar por nosotros mismos la lista de ingredientes del cosmético en cuestión que queramos comprar y ver qué materias primas se han empleado en su elaboración (aceites, extractos, aguas florales…). Desde Freshly Cosmetics nos aconsejan leer el listado de ingredientes de los cosméticos, que recibe el nombre de INCI (nomenclatura internacional de ingredientes cosméticos):
«Es importante saber detectar cuándo un producto está formulado con ingredientes de origen natural, pero aún es más importante saber cuándo un producto es libre de tóxicos. Evita cualquier producto que incluya el sufijo -paraben (parabenes); los conocidos, sodium lauryl sulfate (SLS) y sodium laureth sulfate (SLES) para reconocer los sulfatos; los colorantes sintéticos que incluyen anilin o anilid (accetanilid) o los aceites minerales y las siliconas que se identifican como paraffinum».