Algo está cambiando en la forma en que consumimos. Por fin empezamos a ser conscientes de que nuestro estilo de vida deja huella en el medio ambiente y hemos comenzado a modificar nuestros hábitos de consumo. Miramos las etiquetas de los productos que compramos, comprobamos si las empresas que los fabrican trabajan con una filosofía sostenible y responsable, reciclamos cada vez más… Hemos charlado con Christian Courtin-Clarins, presidente de Clarins, sobre el ADN ético de la compañía y sobre sus programas para preservar la naturaleza. Como sabéis, la marca concede especial protagonismo a los ingredientes naturales en sus fórmulas cosméticas que proceden de cultivos responsables y de comercio justo. Si alguna vez te has preguntado de dónde proceden los activos vegetales con los que se elabora tu crema hidratante favorita o el maquillaje que te pones cada día, resolvemos todas tus dudas.
La naturaleza, esencia de Clarins y motor para el cambio hacia una cosmética verde
¿Qué es para Clarins algo tan intangible como la responsabilidad social?
En el mundo que conozco, que es el de la belleza y la moda, está empezando a producirse una toma de conciencia porque trabajamos en un mundo en el que se crea belleza y arte, y estoy orgulloso de pertenecer a un sector que está comenzando a entender que no podemos fabricar cosas bellas sin proteger tanto a la infancia como a la naturaleza.
¿Esta idea ha estado presente desde el origen de Clarins?
Este es un tema que ha estado muy presente en Clarins desde sus comienzos. Mi padre creó la empresa haciendo productos de belleza cien por cien naturales, productos que siguen presentes hoy día como el aceite tónico.
Yo tomé conciencia de la importancia de la naturaleza y de la necesidad de su protección en 1985 cuando nació mi primera hija, porque me preguntaba con qué calidad la iba a alimentar, porque al conocer las plantas era consciente del problema de los pesticidas. Me preguntaba también si iba a dejarla bañarse en un mar lleno de bolsas de plástico o con tantas medusas, sabiendo que la proliferación de medusas es una consecuencia del calentamiento global y del aumento de la contaminación. Hay que proteger la naturaleza porque la naturaleza es el futuro y el futuro son los niños. Como padre y como empresario tengo la obligación de hacer algo por ellos, sobre todo porque dispongo de los medios para hacerlo.
Cada vez más marcas se suman a la corriente natural. Toma nota de los nuevos desodorantes sin sales de aluminio:
«5 desodorantes sin sales de aluminio que respetan y cuidan tu piel«.
¿Por qué ese concepto tan arraigado en Clarins de la belleza a través de las plantas?
En el origen de la compañía, mi padre observó que había en el mercado buen número de productos químicos que limpiaban bien la piel, pero que tiempo después se comprobaba que eran muy agresivos y provocaban daños.
Por el contrario, las plantas se usaban desde hacía miles de años, existía una vasta farmacopea, conocíamos muy bien los efectos de las plantas y también los efectos secundarios. Desde el origen para nosotros las plantas representaban eficacia y seguridad, mientras que, en el caso de los productos químicos, a veces había que esperar años para saber cuáles iban a ser los efectos sobre la piel.
Recuerdo que cuando yo empezaba a trabajar utilizábamos plantas en nuestros productos y nos decían que eran ligeros y poco eficaces, pero hoy, con la rigurosa reglamentación europea, hemos pasado de pensar que la planta era como una tisana a que son muy eficaces. Hay un cambio tremendo en la mentalidad y también en los controles que a veces pueden parecer incluso excesivos. Todas las plantas pueden ser alergénicas y pueden crearle una alergia a alguien, pero el riesgo es siempre mínimo.
¿Cómo lleváis a la práctica la defensa de la biodiversidad?
Son muchas las acciones que desarrollamos. En el caso del agua, por ejemplo, estamos investigando en todo lo relativo a los corales, creando productos de protección solar que no dañen el coral cuando se diluyen en contacto con el agua.
También estamos muy centrados en la ecoconcepción, es decir, en crear plásticos que no dañen, que no provengan del petróleo sino de materias primas agrícolas, como el maíz o el lino.
¿Qué es para Clarins el desarrollo sostenible?
Creo que el desarrollo sostenible se compone de tres elementos indisociables: por un lado, la protección de la naturaleza, por otro lado, el deber social de crear trabajo y, en tercer lugar, el aspecto económico compensando con un precio justo el trabajo que se crea.
Cuando decidimos que vamos a crear un nuevo producto en el que vamos a utilizar una determinada materia, esta la cultivamos en un pueblo en concreto, la producimos allí, les hacemos producir toneladas de esta materia, esto trae riqueza al pueblo y si el producto tiene éxito, al año siguiente hará falta más materia prima. Para agradecerles esta contribución, además de pagarles por su trabajo, dedicamos un porcentaje del precio de venta de las plantas a financiar proyectos de interés general como escuelas, pozos o fuentes.
¿Cómo articulan estas acciones?
Trabajamos con diferentes organizaciones. Una de ellas se llama Jardins du Monde a la que apoyamos al cien por cien. Ellos tenían la visión de reintroducir las plantas medicinales, el saber de la medicina tradicional, en aquellas regiones en las que se había perdido. En América Latina o en África, el 30% de los medicamentos que se utilizan son medicamentos falsos que no sirven para nada; sin embargo, el saber hacer de las plantas medicinales se había perdido. Jean-Pierre Nicolas, que es el creador de Jardins du Monde, quería que la gente volviese a utilizar las plantas para curar un resfriado, para acabar con los piojos, para curar una úlcera. Se trata de reconstruir las farmacopeas tradicionales y transmitir estos conocimientos a la población.
En Asia contamos con otra organización, Pur Projet, creada por Tristan Lecomte, cuyo objetivo es la lucha contra el cambio climático a través de la reforestación y otras iniciativas agroforestales. Con ella hemos coordinado nuestro programa Clarins Seeds of Beauty, con el compromiso de plantar árboles en diferentes partes del mundo y que también implica a los consumidores.
¿Qué porcentaje del embalaje de los productos Clarins es reciclable?
El 72% a día de hoy. Creo que llegaremos fácilmente al 80% y después ya será complicado mejorar.
El 87% de los productos que usamos para hacer nuestro packaging son reciclados y el 72% reciclable.
Nosotros le damos prioridad a este aspecto, hasta el punto de que en nuestras tiendas ofrecemos la posibilidad a nuestras clientas de que dejen el packaging, el cartón, todo para que nosotros lo reciclemos. El 70% de nuestras clientas lo dejan todo en la tienda porque ya conocen el producto y no necesitan leer la información. Y también les ofrecemos la posibilidad de traernos el frasco después de utilizar el producto.
Quisimos ofrecer esa posibilidad a nuestras clientas online, pero las autoridades no nos lo han permitido porque todas las advertencias legales se encuentran impresas en la caja.
¿La preocupación por el mundo de la infancia también se canaliza a través de la colaboración con Aldeas Infantiles?
En Aldeas Infantiles hemos encontrado personas que se dedican a ayudar a niños, y los niños son nuestro futuro. Esto supone una recompensa increíble. Hay mas de 350 millones de niños en el mundo que no reciben una comida al día y hay niños que no tienen acceso a la educación, que no verán nunca un ordenador. Son cosas que hay que cambiar, porque la sonrisa de un niño es algo que lo recompensa todo y, además, los niños son muy agradecidos. Esta es nuestra forma de ocuparnos de niños en países civilizados, europeos, que viven en situaciones miserables o difíciles.