A finales de la pasada década se duplicaron las incautaciones de productos falsificados de perfumería y cosméticos, una tendencia que continúa en la actualidad. En España, el sector cosmético y de artículos de cuidado personal es la tercera industria que más pérdidas económicas sufre por culpa de las falsificaciones y del comercio ilícito, solo por detrás del sector de la alimentación y el textil.
La falsificación de cosméticos en cifras
En Estados Unidos, el mercado de la falsificación de cosméticos asciende cada año a unos 75 millones de dólares, lo que representa aproximadamente el 8% de las ventas totales de un sector que se encuentra en pleno auge, ya que el peso de la industria cosmética en todo el mundo ascendió a unos 380.200 millones de dólares en 2019 y se espera que alcance los 463.500 millones de dólares en 2024.
En el caso de EEUU, principal mercado mundial para este tipo de productos, se alcanzaron en 2020 ventas por valor de unos 90.000 millones de dólares y se espera que evolucione alrededor del 7% anual durante los próximos años.
Sin embargo, según apunta EUIPO (Oficina de la Propiedad Intelectual de la Unión Europea), la industria cosmética perdió cerca de 839 millones de euros antes de la pandemia de la Covid-19 y aumentó exponencialmente tras la misma al potenciarse el teletrabajo, lo que fomenta el comercio electrónico al permanecer más tiempo en casa.
El papel del comercio electrónico
Estos datos no sólo reflejan un grave perjuicio económico y de imagen para las marcas, sino que también podrían suponer un gran peligro para la salud de los consumidores, pues los productos falsificados son de baja calidad y no tienen ningún control sanitario.
El auge del comercio electrónico multiplica las oportunidades de falsificación. Según recoge el portal alemán Statista, las ventas on-line representarán el 8,6% de todas las ventas de cosméticos en 2024.
Soluciones contra el fraude y las falsificaciones
Por su parte, SICPA, multinacional dedicada a diseñar soluciones y sistemas para evitar el fraude, dispone de herramientas para combatir la falsificación de cosméticos, alteración de productos y fisuras en la cadena de suministro, devoluciones con fraude de garantía, terceros turnos de producción no autorizados o mercados paralelos, entre otros, protegiendo así tanto la reputación de las marcas como la salud de los consumidores.
Son las redes sociales la que desempeñan el papel más importante en este cambio de hábitos a la hora de comprar cosméticos, según señala SICPA, pues con la cantidad de contenidos sobre belleza que generan los influencers al alcance de la mano, los consumidores consideran innecesario visitar las tiendas físicas para obtener asesoramiento personal -la fórmula que triunfaba en el pasado-. Las marcas están ahora expuestas a las incontestables y virales malas reseñas de productos.