Agustí Vidal, perfumista de Symrise

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Hablamos con Agustí Vidal, perfumista de Symrise y académico de la Academia del Perfume, sobre el trabajo creativo del perfumista y el proceso de desarrollo de una fragancia.

«Cada fragancia es un milagro
y hay que conocer todo lo que hay detrás de ella para poder transmitir emoción a la consumidora»

 

Usted es académico, ¿qué objetivos se ha marcado la Academia del Perfume?

Tratamos de poner en valor el mundo del perfume, al igual que en los últimos años se ha puesto en valor el mundo del vino, por ejemplo. Se trata de suscitar curiosidad acerca del perfume y de potenciar todos los aspectos relativos a la formación y la cultura en este campo.

La perfumería necesita un cambio porque creemos que algunas cosas no se han hecho del todo bien y en esto tienen parte de culpa todos los actores que intervienen o intervenimos. Diría, en lenguaje coloquial, que nos hemos dejado ir y que esto ha traído consecuencias como, por ejemplo, la aparición de tiendas que comercializan productos de imitación o copias. Esto es algo que no debería pasar.

¿No tienen parte de culpa también las grandes compañías que defienden más a la marca que al autor?

Probablemente hay algo de cierto en eso, pero las empresas fabricantes se han dado cuenta y, creo, se está produciendo una vuelta al perfumista propio de la casa, una recuperación de la figura del perfumista por parte de las principales compañías del sector. Y esto ocurre tanto fuera de España como en España. La perfumería de lujo está dispuesta a recuperar esta figura del perfumista interno pero que al mismo tiempo está muy abierto a las innovaciones que le ofrecen las compañías de composición de perfumes en cuanto a nuevas materias o en cuanto a un permanente intercambio de ideas. Es verdad que en España esta figura del creador de perfumes siempre se ha defendido más que en otros países. Aquí, compañías como Myrurgia, Gal, Puig o Loewe, entre otras, han tenido esta figura en sus empresas. Tal vez por eso la perfumería española, incluso la más económica, siempre ha tenido una calidad muy alta.

Las grandes compañías de composición también tienen sus equipos de creación de perfumes…

El gran valor de estas compañías es igualmente su equipo de perfumistas. Nosotros vendemos materias, pero sobre todo vendemos las creaciones que hacen nuestros perfumistas a partir de una paleta muy amplia y avanzada. Pero me refería más a las compañías de producto acabado, por ejemplo Louis Vuitton, que ha decidido tener un perfumista propio que desarrolle una colección interna de perfumes. Este hombre trabaja en su propio laboratorio pero en colaboración estrecha con las grandes empresas de composición y proveedoras de materias primas. Dispone así de una paleta muy amplia que es la suma de muchas paletas y que le ofrece infinitas posibilidades.

¿Hasta qué punto dispone el perfumista de libertad creadora? ¿Está muy constreñido por el brief?

El brief es un marco y un brief es mejor en cuanto más acotado está ese marco, cuando más transmite al nariz la atmósfera en la que situarse. ¿Esto es constreñir la creatividad?, yo diría que no. Un perfume debe responder a la libertad creativa del perfumista, a una historia y un estilo personal, pero también, en cuanto se trata de una estructura industrial, debe responder a las expectativas del mercado. Entonces muchas veces los límites de la creación los marca el público al que va dirigida esa creación. El perfumista trabaja dentro de un marco, es cierto, pero el producto funcionará si lo que hace responde o satisface las expectativas del público al que va dirigido. Y esto supone que a veces te digan que un perfume lo lleva mucha gente o que es impersonal porque el perfumista no conoce las expectativas del usuario del mismo. Pero cuando un producto alcanza el éxito a nivel internacional es casi siempre porque el perfumista conoce muy bien al usuario y lo que este espera, y ha sabido conectar con un público muy amplio en diferentes ámbitos geográficos. Esto quiere decir que la inspiración del creador ha acertado.

¿Pero la creatividad más libre tal vez se ha refugiado en la perfumería nicho?

Es cierto que la perfumería nicho o de autor se basa sobre todo en la creatividad. Estas empresas no tienen grandes equipos de marketing sino más bien una persona imaginativa o creativa que concibe un perfume alrededor de una idea, lo pone en el mercado y puede gustar o no, pero tampoco tiene, en teoría, la pretensión de venderlo masivamente.

También es cierto que hoy cuando entras en una perfumería nicho te encuentras con cientos de productos, lo que hace que se parezca cada vez más a la perfumería convencional: muchos productos, muchas marcas nuevas, lanzamientos muy frecuentes. Yo creo que la perfumería nicho debe revisar este aspecto y algunos de sus fundamentos para no cometer errores ya conocidos en la perfumería convencional.

La historia del nicho es interesante en su aspecto de creatividad. Hay algunas marcas que empezaron dándole absoluta libertad a un perfumista para crear una serie de fragancias con matices de gran originalidad o fuera de las tendencias del momento en el mercado. Pero también existen otras marcas de las denominadas de autor que se mueven en un universo bastante convencional. Digamos que la perfumería nicho ha comenzado sin complejos para ir poco a poco domesticándose, aunque eso no quita que haya dentro de ella composiciones muy interesantes.

Agusti Vidal, perfumista de Symrise y miembro de la Academia del Perfume
Agustí Vidal, perfumista de Symrise y sillón Magnolia de la Academia del Perfume.

Notas, acordes, composiciones, etc. ¿Por qué esa relación lingüística entre la perfumería y la música?

Creo que si hablamos de arte como aquello que de alguna manera apela a la emoción y al goce sensorial, entonces el perfume y la música podrían encuadrarse ahí. Por un lado, son dos artes no tangibles, son cosas invisibles, pura imaginación, pura emoción sin soporte físico.

Y por otro lado, el lenguaje es muy pobre cuando se trata de referirse a los olores, mucho menos que cuando se trata de colores, por ejemplo, y por eso solemos referirnos más bien a aquello que lo provoca o hablamos de sensaciones que a menudo no tienen nada que ver con el olfato.

Así pues el oído y el olfato nos sitúan en un terreno muy emocional. Cuando escuchamos música u olemos podemos cerrar los ojos y sentir.

Además, el léxico de la música resulta muy ilustrativo para el trabajo que hace el perfumista: a una materia la llamamos nota y a varias notas que logran un determinado efecto olfativo lo llamamos acorde, equivalente al acorde musical. Y también el tiempo, la música tiene un tiempo de ejecución y el perfume necesita un tiempo de evaporación para ser entendido. La evolución del perfume puede compararse con una melodía y el lugar en el que trabajamos rodeados de materias olfativas es el órgano de composición. Finalmente, las estrategias compositivas son también semejantes en algunos aspectos.

¿Es muy conservador el consumidor de perfumes?

Una crítica clásica de la perfumería es que como tiene que gustar a un público muy amplio concibe productos que reflejan el gusto medio. Pero el perfume cuando está en el frasco tiene una fragancia que cambia al ser aplicada sobre la piel, esta se pone en el medio y lo transforma, convierte cualquier perfume en único. Tal vez por eso ahora se hacen menos tests de mercado de los que se hacían unos años atrás.

Respecto a si es conservador el consumidor español, si vemos las cinco primeras fragancias del ranking dos coinciden con el resto de Europa, pero tres de ellas son específicas del mercado español. Se trata de fragancias predominantemente frescas, por tanto podemos pensar que, en nuestro país, existe un gusto por el frescor como tendencia y un cierto apego a la tradición.

Lo que sí es cierto es que en España hay mucha fidelidad a la marca y está arraigado el concepto de “llevo mi perfume”, aunque son cada vez más las consumidoras que tienden al uso diferentes perfumes que se aplican en determinadas ocasiones, según su estado de ánimo, etc.

Pero el perfume más vendido en España lo es también en el resto de Europa, lo que habla de una cierta unificación del gusto.

En esta particularidad española, ¿tiene un peso la historia?

Hasta 1936 la perfumería española era una perfumería de vanguardia. Compañías como Gal, Dana, Myrurgia… estaban haciendo cosas comparables con la mejor perfumería francesa del momento. Incluso, en algunas tendencias olfativas, estas firmas han sido pioneras a nivel europeo. Aquí hemos tenido durante siglos a los árabes que eran el colmo del refinamiento. Es cierto que tenemos una tradición en perfumería histórica.

Después de la guerra civil viene un período de autarquía y de dificultades económicas y también se impone una moral católica muy conservadora que en nada beneficiaba al uso de productos de perfumería. Fue una época de perfumes para niños que culturalmente han influido, de alguna manera, en el gusto por los olores frescos.

En los años 60, con la explosión del turismo, se produce la apertura a otros mundos y a otras maneras de vivir y disfrutar la vida. Antes toda la familia se perfumaba igual, y cambiar esto necesita tiempo. Por eso, el concepto frescor tiene aún una cierta fuerza en la perfumería española.

¿En qué basa el consumidor su criterio de elección a la hora de adquirir un perfume?

La comunicación tiene un enorme peso en la primera compra, en la prueba de un perfume. Cuando una compañía lanza un producto nuevo tiene que conseguir para él un sitio en el lineal de las perfumerías y tiene que conseguir también que el consumidor se fije en él. Una vez que el consumidor lo ha probado puede ocurrir que le guste o no. En el primer caso, repetirá la compra y puede convertir a esa referencia en un éxito de mercado. En el segundo caso, no repetirá la compra aunque la publicidad y la comunicación en general incidan sobre él.

Lo que hay que conseguir, y aquí la Academia tiene un gran trabajo por delante, es que la dependencia en las perfumerías tenga conocimientos, que sepa qué es lo que está vendiendo, que tenga un criterio profesional y que sea capaz de prescribir un producto con solvencia. Y esta labor de educación y formación en perfumes debería ser una de las razones de la existencia de la Academia. Para ilusionar al comprador hay que saber explicar la historia de cada ingrediente con conocimiento y pasión.

¿Por qué nos perfumamos?

El perfume tiene una virtud y es que aunque no te vean te huelen. Se convierte en una gran fuente de información y el olor es capaz de generar reacciones afectivas de las que a menudo ni nos damos cuenta. Una persona  se perfuma porque tiene que sentirse bien y porque es una parte importante de lo que quiere transmitir a los demás acerca de ella y también de lo que va a percibir la gente. Forma parte de la personalidad. Joyce decía en su obra Ulises que cuando te quitas la ropa el perfume espera y es un elemento importante de comunicación afectiva.

¿Cómo vive usted el proceso de creación de una fragancia?

A menudo el proceso comienza con la recepción del briefing, cuando se trata de un encargo por parte de una empresa. En este caso, lo primero es conocer bien la marca que te hace el encargo, que si es una marca bien construida tiene una historia y una forma de hacer. Yo intento dormir mucho el brief si dispongo de tiempo, algo que ocurre cada vez menos. Para mí lo importante es entender la historia de lo que me proponen y, poco a poco, ir convirtiéndola en una historia olfativa. Luego selecciono las materias primas que creo responden a las necesidades de creación. Hoy disponemos de materias primas que utilizamos con frecuencia y que ayudan a conseguir determinados efectos. La construcción de un perfume es poder llegar a entender y traducir la historia que te están contando, pero es necesario que te la cuenten bien. Y si vas a hacer un perfume debes saber qué es lo que vas a hacer con él, qué quieres construir con él, qué quieres transmitir.

Cuando un producto alcanza el éxito a nivel
internacional es casi siempre porque el perfumista conoce muy bien al usuario y lo que este espera.

¿El proceso es primero mental y luego físico?

El primer proceso es mental, te imaginas algo, pero inmediatamente te pones a mezclar ingredientes. La ventaja que tiene el perfume, al igual que otras actividades artísticas, es que llega un momento en que estableces un diálogo con lo que estás haciendo, lo que haces te tiene que hablar… Tú sabes dónde vas, pero cómo ir avanzando llega un momento en que más que tu decisión es la decisión compartida con la propia creación que te está diciendo necesito esto para llegar a la meta. Se necesita una cabeza muy receptiva, porque al final es la propia creación la que te está marcando.

¿Por qué se utilizan tantas materias sintéticas en perfumería?

Las materias naturales tienen sus limitaciones debido a veces a su escasez a la posible inestabilidad causada por las condiciones climáticas, o a criterios de conservacionismo de especies, por citar algún ejemplo. Las fragancias naturales tampoco tienen una calidad homogénea sino variable, aunque esto los perfumistas lo manejamos desde siempre, vivimos con ello. Entonces ¿por qué productos de síntesis? Por ejemplo, una materia difícil como el ámbar gris, natural, escaso, difícil, caro, inestable y con un matiz afrodisíaco… cuando lo ponemos en un perfume este siempre gana, tiene una valoración distinta. Pero un químico puede descomponer ese olor natural en sus moléculas y decidir cuáles son las más interesantes desde el punto de vista olfativo. Las materias sintéticas reproducen fielmente los olores naturales. El 70% u 80% de las materias que usamos los perfumistas son cosas que hemos encontrado en las materias naturales, que hemos identificado y que sabemos componer. Y podemos disponer de un determinado efecto, por ejemplo, de una materia natural y no de todos sus efectos. Digamos que la química enriquece enormemente la paleta del perfumista.

¿Existe una relación cada vez más estrecha entre perfumería y gastronomía?

Hay una relación muy próxima. Desde hace muchos años las notas afrutadas están presentes en los perfumes y hoy casi todos llevan una dosis importante de estas notas. Y del mismo modo, la nueva cocina está protagonizada por personas muy experimentales a las que les gusta jugar a perfumar la comida con cosas diferentes. Muchos postres de alta cocina se inspiran en el mundo de los perfumes, no tanto en el sentido de que el postre recuerde al perfume, sino más bien que esté construido con los ingredientes del perfume. Hoy la cocina de vanguardia es muy emocional, juega mucho con el efecto olfativo de las cosas. Y también el mundo de la coctelería está dando muchas ideas a la perfumería. Hay todo un grupo de fragancias, sobre todo las unisex o las masculinas, que tienen mucho que ver con  la manera en que el mundo de la coctelería trata las materias.

Este es un extracto de la entrevista publicada en el número 67 de NewsFragancias.