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Desde hace unos pocos meses, Georgia May Jagger es el ángel que encarna, publicitariamente hablando, el perfume Angel, de Thierry Mugler. Protagoniza una campaña tan magnética como su rostro, firmada por el fotógrafo y realizador noruego Solve Sundsbo, que la ha terminado de encumbrar en el olimpo de las modelos imprescindibles del panorama actual. Y te vamos a contar por qué nos ha cautivado.
Por sus apellidos habréis adivinado que es hija del rock y de la moda. Es la tercera de los cuatro hijos de Mick Jagger, líder de los Rolling Stones, y la modelo Jerry Hall, sí, la que fuera imagen del mismo perfume hace 20 años, cuando era musa del diseñador Thierry Mugler. «Angel está estrechamente relacionado con mi infancia y me sigue fascinando como el primer día. Por eso, resulta muy excitante convertirse en el nuevo rostro de la mujer Angel», dijo Georgia, con toda la razón.
«En apenas 20 años, Angel se ha convertido en un mito en el firmamento de los 10 perfumes más vendidos del mundo. Actualmente queremos proporcionarle una embajadora que esté a la altura de su desmesura y de su vanguardismo», señaló Sandrine Groslier, presidenta de Clarins Fragrance Group, la compañía propietaria de la fragancia, al presentar la campaña que supone un antes y un después para la marca, un giro radical a la imagen de Angel.
Antes de protagonizar esta campaña global, determinante para su carrera, ya había posado para las principales portadas y desfilado para los grandes creadores, a pesar de medir 1,70 cm, una altura escasa para la pasarela. Entonces, ¿por qué su prestigio profesional ha crecido tan rápido en tan corto espacio de tiempo? Se lo debe a su rostro, de una belleza natural, fresca y magnética que causa sensación. Un rostro donde la genética ha actuado como el mejor de los equipos de marketing y diseño al combinar de forma armoniosa los atributos icónicos de sus progenitores: los labios carnosos nos remiten a los del viejo rockero, mientras que los pómulos altos, los ojos separados y la cabellera rubia son herencia de su madre.
Un rostro pegadizo, que resulta familiar y cercano, que se graba en el recuerdo y que, al mismo tiempo, no cumple los cánones de belleza imperantes. Desprende sencillez, calma, simpatía… y tiene las ideas muy claras. Podría corregir sus dientes separados, pero se niega porque considera que la belleza es sentirse bien, queriéndose a sí misma asumiendo las diferencias. Por eso, este ángel de Angel ¡nos encanta!