Tu perfume favorito es una obra de arte, es ciencia, es emoción

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El pasado 5 de marzo la Academia del Perfume, fundación encargada de la difusión y promoción de la cultura del perfume en España, convocó una cumbre de perfumistas en Madrid. El objetivo era acercarnos al universo creativo de los perfumistas, los artífices de las fragancias con las que nos perfumamos todos los días y que son figuras poco conocidas por el público en general. ¿Cómo se formaron? ¿Cómo trabajan? ¿Qué les inspira? ¿Qué opinan sobre las materias primas naturales y las moléculas de síntesis? ¿Qué piensan de las falsificaciones? Estas fueron las principales cuestiones sobre las que compartieron sus reflexiones.




Tu perfume es una obra de arte

¿Alguna vez has pensado que cada vez que te perfumas con tu fragancia favorita estás disfrutando de una creación artística? Esto que es algo que se nos pasa por alto, como reconoce el maestro perfumista Alberto Morillas, al afirmar que el perfume «no es un arte reconocido». Y eso que España es una potencia mundial en el mundo del perfume, como demuestra el hecho de que es el tercer exportador de perfumes más importante del mundo. Y, además, «tenemos esa cultura, una sensibilidad especial en torno al perfume», apunta Morillas.

Pero algo sucede en el proceso de desarrollo y comercialización de los perfumes para que este concepto de creación artística se pierda a ojos de los consumidores, quizá porque las poderosas campañas de marketing acaban fagocitando la esencia de la expresión artística que es un perfume.

No sé si te suenan estos nombres: Emilio Valeros, Agustí Vidal y Alberto Morillas. Los tres son reconocidísimos perfumistas españoles, académicos de la Academia del Perfume, y autores de perfumes de éxito que seguro conoces.

 


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Agusti Vidal, perfumista de Symrise y miembro de la Academia del Perfume
Agustí Vidal, perfumista de Symrise y sillón Magnolia de la Academia del Perfume.

Emilio Valeros ha sido durante 30 años nariz para la casa Loewe (pasa ahora el testigo a la perfumista Nuria Cruelles). Suyas son Esencia Femme, A Mi Aire, Agua de Loewe Mediterráneo y Esencia Loewe Sport, por citar solo algunos de sus trabajos para esta marca. Además, es uno de los impulsores del cultivo de lavanda en Brihuega, Guadalajara, una materia prima muy valiosa para la elaboración de perfumes que ha supuesto un impulso económico para esta zona de la Alcarria.

Agustí Vidal trabaja para Symrise, una de las empresas más potentes en la creación de olores y aromas. Eau de Verino, de Roberto Verino, es una de las fragancias que han nacido bajo su batuta.

Aunque su acento francés confunda, Alberto Morillas es sevillano de nacimiento y uno de los perfumistas españoles más internacionales. Son obra suya algunos de los grandes éxitos de la perfumería de los últimos 30 años, como CK One, FlowerbyKenzo y 212, de Carolina Herrera.


¿Conoces los campos de lavanda de Brihuega? No te pierdas el post:

«El tesoro de la Alcarria, los campos de lavanda«.

campos de lavanda Brihuega Guadalajara


¿Cómo trabaja un perfumista?

Alberto Morillas reconoce que se sintió atraído desde muy joven por el mundo del perfume pero que no tenía una formación específica para trabajar en este campo. De hecho, le dijeron que no valía para ello porque no tenía estudios de química, pero él se empecinó porque era su pasión y hoy en día es una de las narices más reconocidas a nivel mundial: «Empecé a los 20 años en Firmenich y tengo la misma pasión desde el principio. La nariz es importante pero lo más importante es la pasión».

Morillas se inspira, desde que se levanta, en los momentos cotidianos del día, mientras se ducha por la mañana puede venirle una idea que nace de una sensación y ahí empieza a trabajar… Hay que mantener la ilusión de crear algo con la alegría de un niño. «El acto de creación es muy egoísta porque primero tienes que hacerlo para ti. Cuando pienso en hacer un perfume no pienso en un cliente, sino que trabajo sobre una idea y, luego ya, el perfume pasa de ser mío a ser el perfume del cliente», afirma.

Las notas cítricas siempre están muy presentes en las creaciones de Olivier Cresp. Nacido en Grasse (Francia), ciudad conocida como la capital del perfume, en el seno de una familia especializada en productos naturales y materias nobles para la elaboración de fragancias, Olivier tenía todo a su favor para formarse como perfumista. De hecho, su hermana es también una reconocida nariz, Françoise Caron. «Yo fui educado en el espíritu español porque mi madre era de cultura española y esto se siente en mis creaciones, por las notas cítricas y chispeantes, que me recuerdan a mi niñez. En mis éxitos siempre trato de incluir limón y bergamota».

Jordi Fernández es un perfumista español especializado en fragancias orientales y tiene claro que los consumidores queremos composiciones más innovadoras, con un carácter más internacional, aunque nuestro pasado haya estado ligado a las aguas de colonias frescas, el gusto de los españoles ha evolucionado en los últimos años. «El consumidor busca nuevas experiencias y nosotros, como creadores, intentamos hacer cosas nuevas».

¿Qué olores inspiran a los creadores de perfumes?

El primer olor que recuerda el perfumista Rodrigo Flores-Roux es el de las tortillas cocinándose, las tortillas mexicanas, pues es originario de México. Otro olor de la infancia que permanece en su memoria olfativa es el de las cremas faciales de su abuela materna. «El olor que más me apasiona y, para mí es muy difícil de entender, es el olor de la magnolia», apunta Flores-Roux.

¿Le desagrada algún olor? Pues Rodrigo admite que a él le gustan hasta los malos olores, pero si tuviera que elegir un olor desagradable sería el olor del tabaco de masticar de los americanos, aunque ya es algo que casi no se encuentra. «Es un olor verdaderamente atroz», admite.

El primer olor que recuerda Emilio Valeros es el de la famosa colonia Nenuco: «Es un olor de la infancia que no se olvida».

Valeros adora el sándalo, ya que es una materia prima que ha trabajado mucho para las composiciones de la casa Loewe. Y nos invita a reflexionar sobre lo que entendemos por malos olores, ya que hay algunas materias primas de perfumería que no huelen muy bien, como pueden ser los castores, pero que combinados con otros ingredientes dan como resultado olores muy interesantes.

Morillas recuerda los olores que emanaban del patio andaluz de su niñez, con olor a jazmín, un flor muy bonita pero que puede llegar a oler muy mal.

Carlos Benaïm se deja llevar por escenas costumbristas de su etapa infantil en Tánger (Marruecos), que es cuando comienza a crearse la memoria olfativa que nos acompañará para siempre en nuestra etapa adulta:

«Yo no tengo perfumes de infancia. Me acuerdo cuando íbamos a casa de mis abuelos y la despensa era algo mágico con el olor de los dulces. Era fantástico. Después, la flor de naranjo. Es un olor que pertenece a nuestra cultura: en las fiestas se echaba agua de flor de naranjo a la gente, se comían los pétalos de la flor de naranjo. El otro olor es el del poleo porque mi padre era botánico y farmacéutico y lo destilaba en su trabajo y sus manos olían a poleo cuando llegaba a casa por las noches. La mezcla en sus manos del poleo junto con el tabaco que fumaba era extraordinaria. Otro olor que me ha marcado es el del rapé de mi abuelo, que estaba perfumado con violeta y todos en casa sabíamos si había estado mi abuelo por la estela que dejaba ese olor».

Olivier Cresp se remonta a los olores que se respiraban en el jardín de Grasse de casa de sus padres y es inevitable pensar en la composición mediterránea de Light Blue, de Dolce & Gabbana, uno de sus perfumes más exitosos, al conocer las referencias olfativas que desvela en sus recuerdos: «Olía a jazmín, a peonías salvajes. Tengo buenos recuerdo de las flores de naranja y del limón, que huele especialmente bien durante la temporada de invierno cuando el sol lo calienta. Estos olores están en mi cabeza a la hora de hacer perfumes».

El perfumista Jordi Fernández se acuerda de sus veranos de infancia en Tarragona, en el Vendrell: «Recuerdo estar sentado en la arena, la brisa marina, el olor de la crema solar, la presencia de los olores del bosque mediterráneo. Son olores que me recuerdan al verano». Si tuviera que elegir olores favoritos serían las notas de madera, muy potentes, por su vínculo con la perfumería de Oriente Medio: pachuli, sándalo, oud… «Las notas de madera son como el traductor de la fuerza de la naturaleza, puedes sentir su fuerza», expresa Jordi Fernández.

Agustí Vidal reconoce que la magnolia es un olor que le apasiona, junto con el jazmín. Son dos olores maravillosos y misteriosos para trabajar en perfumería.

El poder de los olores puede llegar hasta el universo de los sueños. El perfumista Carlos Benaïm recuerda cómo en una ocasión se despertó de un sueño con el olor del jazmín: «Me desperté una noche con el olor del jazmín. Y era tan potente que parecía real, pero no había jazmín».

Rodrigo Flores-Roux confiesa que él también sueña con olores, desde olores de comida o un martini, hasta un limonero de la casa familiar. Es una visión esotérica de este universo que a él le atrae.

¿Qué opinan los perfumistas sobre las materias primas de síntesis? ¿Es mejor un perfume natural?

Aunque las materias primas de síntesis tienen una connotación negativa para los consumidores, especialmente en estos momentos en que la tendencia natural está en auge, Alberto Morillas afirma que sin las materias de síntesis no podríamos tener todas las creaciones de perfumes que tenemos ahora. «Todos trabajamos con productos de síntesis que muchas veces cuestan más caros que los productos naturales», explica.

«Para expresar emociones con un perfume es necesario recurrir a materias de síntesis porque hay cosas que no se pueden expresar solo con una flor», reconoce Carlos Benaïm.

Las moléculas son indispensables en la perfumería, explica Olivier Cresp. Hay más de 1.200 ingredientes naturales en perfumería y, ahora, descubrimos cada día nuevos ingredientes. Las moléculas son indispensables para seguir formulando perfumes en un futuro.

Rodrigo Flores-Roux hace hincapié en la cultura sobre materias primas: «Sintético no es lo mismo que malo. Y natural no equivale siempre a algo bueno. Por ello, un perfume natural no equivale a un perfume bueno ni un perfume sintético equivale a un perfume de baja calidad».

¿Y qué piensan de las fragancias falsificadas?

Alberto Morillas es tajante al respecto: «Ante todo es un engaño a los consumidores. Esos perfumes están tan mal hechos, con productos tóxicos, incluso. De acuerdo, cuestan poco dinero pero hay que pensar que los que lo venden ganan mucho más que muchas marcas importantes. Hay muchos perfumes que son asequibles».

Morillas se refiere también a que detrás de un perfume falso no hay ningún desarrollo creativo, está vacío: «Me doy cuenta al oler un perfume falsificado que realmente está vacío, que han copiado una parte infinitamente pequeña. Parece que el olor recuerda al mío pero realmente es solo alcohol. El problema es que muchas personas que compran un perfume no tienen la cultura para reconocer un perfume tosco».

«Uno se siente usado y paralizado», explica Rodrigo Flores-Roux. «Sin embargo, no hay halago más sincero que una imitación».

¿Qué perfumes son menos copiados? Los perfumistas reconocen que cuanta mayor sea la complejidad de un perfume y cuanto mayor sea la calidad de las materias primas con las que se trabaje, más dificultad tienen los falsificadores para lograr imitarlos.


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