Quimiofobia: esto es lo que dicen expertos en cosmética sobre el miedo a los químicos

Inicio Beautylovers Quimiofobia: esto es lo que dicen expertos en cosmética sobre el miedo...

El creciente interés de los consumidores por los ingredientes naturales espoleado por una corriente de quimiofobia (miedo los químicos) ha animado a Stanpa (Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética) a realizar un estudio para tomar el pulso de esta tendencia en España. Hemos consultado a expertos para saber si está fundamentado este temor a los químicos de la cosmética de síntesis.

Miedo a los químicos ¿De dónde surge la quimiofobia?

Según el estudio realizado por Stanpa, el consumidor identifica belleza natural con valores como bienestar, salud y respeto al medio ambiente. Pero cuando se indaga en los hábitos de consumo, en seguida surgen contradicciones, ya que el 59% de los encuestados admite que los cosméticos naturales no necesariamente funcionan mejor que el resto de productos y el 66% piensa que no tienen por qué ser más éticos. Y eso que las principales razones por las que compran cosmética natural son por motivos medioambientales y porque piensan que las fórmulas son más limpias.
Existe la paradoja de que, a pesar de que el 77% de los consumidores afirma conceder importancia a los componentes naturales en cosmética, solo el 47,7% tiene en cuenta este aspecto a la hora de comprar el producto y de que la compra de cosmética natural tiene mayor peso en categorías de productos básicos (higiene), ya que el interés por las fórmulas naturales disminuye en las categorías más sofisticadas y específicas.

En el caso más extremo se encuentra el 19% de los consumidores que traslada sus hábitos de alimentación a la cosmética, con la premisa de que «no se pondrían nada en el cuerpo que no se pudieran comer».

Las conversaciones online analizadas corroboran que existe un caos de conceptos: la mayoría de los usuarios entiende por natural que el producto contiene algún ingrediente natural, que lleva algún reclamo del tipo «sin» o que no contiene aditivos innecesarios, pero sin concretar qué ingredientes deben ser excluidos.

Mesa con ingredientes cosméticos
El 19% de los consumidores traslada sus hábitos de alimentación a la cosmética: «no se pondrían nada en el cuerpo que no se pudieran comer».

Artículo relacionado: «Champú sin sulfatos o con sulfatos: esa es la cuestión«.

Champú sin sulfatos: chicas posando para un selfie con bonita melena


Consumidores confundidos: ¿todo lo químico es malo?

Los expertos consultados corroboran lo que reflejan los datos del estudio de Stanpa: existe una gran confusión sobre lo que es cosmética natural y de síntesis y sobre los protocolos de seguridad que rigen para los productos cosméticos.

Como autoridad en la materia, Carmen Esteban, consultora técnico-regulatoria en cosmética y exdirectora técnica de Stanpa, aclara que desde el punto de vista de la seguridad y la eficacia no hay diferencias entre un cosmético fabricado con productos naturales o con productos de síntesis. «No es cierto que un producto natural sea más sano, más seguro o más afín a la piel o más sostenible que uno de síntesis», subraya.

«La seguridad está garantizada por el cumplimiento del Reglamento europeo de cosméticos 1223/ 2009. según este reglamento, todo producto cosmético (sea natural o sintético), antes de ser puesto en el mercado ha de ser sometido a una exhaustiva evaluación de seguridad que garantice que no tiene riesgo para la salud humana en su uso normal».

Cristina Biurrun, directora científica de L’Oréal España señala que en los últimos años se han multiplicado las alegaciones «sin» o «0%», lo que se debe al interés creciente de los consumidores por obtener información adicional sobre los ingredientes que contienen los cosméticos. «Con el tiempo esto parece haber derivado en una cierta estigmatización de determinados ingredientes», explica.

Por su parte, Paola Gugliotta, fundadora de Sepai y Apoem, señala que la corriente de quimiofobia no es infundada: «Es una realidad que existen químicos permitidos no seguros y que, con total seguridad, se irán eliminando». Según Gugliotta, máster en dermocosmética, el hándicap de la industria cosmética es que los procesos de seguridad que dependen de los gobiernos son muy lentos y, por este motivo, hay ciertas sustancias, como ingredientes alérgenos y parabenos de cadena larga, que ahora están prohibidos pero que antes sí se empleaban.

Entonces, ¿el consumidor puede estar tranquilo? Según Gugliotta, el consumidor debe estar alerta y adoptar una actitud activa que le permita estar informado. Pero Biurrun es tajante en este sentido: «El mensaje tiene que ser claro: todos los productos que se encuentran en el mercado (en puntos de distribución autorizados) son seguros«.

Biurrun explica que para que la seguridad esté garantizada en todos los productos que comercializa L’Oréal, se realizan evaluaciones por expertos toxicólogos que primero deben evaluar la seguridad de los ingredientes y, después, del conjunto de la fórmula. Una vez se tienen garantías de que el producto es seguro, se realizan test de uso bajo control dermatológico para confirmar la tolerancia. «Nuestro trabajo no acaba aquí, ya que una vez que el producto está en el mercado hacemos un seguimiento de los casos de supuestos efectos adversos y, si tenemos la más mínima duda sobre la seguridad del producto, este se reformula», aclara Biurrun.

Probetas de laboratorio con elementos vegetales
“El consumidor debe tener claro que todo es química”, Pedro Catalá, cosmetólogo, doctor en farmacia y fundador de Twelve Beauty.

¿Lo natural es más sano?

Pedro Catalá, cosmetólogo, doctor en farmacia y fundador de Twelve Beauty, apela al sentido común, ya que es un error asociar la cosmética de síntesis con problemas de salud. «El consumidor debe tener claro que todo es química. De hecho, hay una disciplina llamada fitoquímica que se encarga de estudiar los componentes en extractos de plantas. Y debe ser consciente de que los ingredientes naturales también sufren procesos químicos (deodorización, hidrogenación…) antes de ser utilizados en la industria cosmética».

Para Eva Raya, cosmetóloga y fundadora de la marca de cosmética natural Alice in Beautyland, que un ingrediente tenga un origen natural o sintético no es indicativo de mayor o menor efectividad. «La elección de los ingredientes suele estar motivada por la filosofía fundacional de la marca, la efectividad debe estar igualmente probada en los ingredientes naturales y en los sintéticos», matiza.

Carmen Esteban resume así la dicotomía entre cosmética natural y de síntesis:

SEGURIDAD

Los protocolos de seguridad son los mismos para cosmética natural y de síntesis.

EFICACIA

No hay diferencias entre un cosmético fabricado con ingredientes naturales o de síntesis. La eficacia de un cosmético está determinada por su fórmula y sus ingredientes, ya sean naturales o sintéticos.

SOSTENIBILIDAD

No se puede decir que los ingredientes naturales son más sostenibles que los de síntesis. Tengamos en cuenta, como ejemplo, el aceite de palma, ingrediente natural pero que tiene un impacto negativo en cuanto a sostenibilidad.

Otro dato a tener en cuenta, añade Esteban, es que los ingredientes naturales contienen más alégrenos que los productos de síntesis.

«Los aceites esenciales tienen grandes propiedades, pero si sobrepasamos la dosis recomendada pueden tener efectos dañinos ya que están repletos de alérgenos de forma natural», concreta Eva Raya.


Artículo relacionado: «Desodorantes sin sales de aluminio«

Desodorantes sin sales de aluminio. En la imagen, mujeres haciendo deporte en un gimnasio.


Lo primero, garantizar la seguridad

Los expertos señalan que existen unos protocolos rigurosos en cuanto a seguridad cosmética, que deben cumplirse tanto en las fórmulas de cosmética natural como en la cosmética de síntesis. «Todos los productos cosméticos, si están correctamente formulados, son seguros independientemente del tipo de ingredientes que los constituyan, ya sean naturales o de síntesis», explica Cristina Biurrun.

¿Quién vigila que los protocolos de seguridad se cumplan debidamente? En España, explica Esteban, es la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios la autoridad encargada de inspeccionar las instalaciones y procesos de fabricación, así como el producto que se pone a la venta y las importaciones.

Adiós a los reclamos ‘free’ y ‘sin’

Eva Raya corrobora que la industria cosmética es una de las más reguladas: «Creemos que no está de más utilizar el ‘sin’ en casos concretos de productos que se destinan a problemas de reacciones y alergias, pero siempre que sea como uso informativo, no denigrante».

En todo caso, para evitar controversias y malentendidos entre los consumidores, la industria ha tomado la decisión de suprimir los claim ‘free’ y ‘sin’, así como reinvindicaciones de significado similar que incumplan los criterios establecidos en el Reglamento 655/2013, del tipo «sin parabenos» o «sin fenoxietanol» partir del 1 de julio de este año. No se exige retirar los productos que ya estaban a la venta con anterioridad y que empleaban estos reclamos, señala Stanpa.

Estas normas no son nuevas, pues Paola Gugliotta aclara que existen desde hace tiempo unas directrices de marketing que dicen que no se puede enfocar el marketing del producto hacia beneficios de la fórmula que sean legalmente aceptados. «No se puede decir ‘sin parabenos‘ porque la ley acepta los parabenos y en cierta forma estarías denigrando al resto de productos que sí los utilizan», expone. En cambio, sí se podrán utilizar alegaciones como «sin ingredientes de origen animal» en los productos desarrollados para veganos, especifica Cristina Biurrun, ya que esta información permite que el consumidor lleve a cabo una decisión de compra informada.

Pedro Catalá añade que tampoco se pueden usar como reclamo las propiedades de un ingrediente, ya que el producto acabado puede no gozar de ellas, ni utilizar expresiones u opiniones de consumidores extraídas de estudios de mercado si no hay una evidencia científica y que se van a controlar las tácticas de marketing que hacen referencia a la competencia, así como las promesas de eficacia exagerada de un producto.